El artículo no trata ni sobre Ucrania ni sobre la extracción de órganos a personas vivas.

En el segmento propuso de Internet, circula la noticia según la cual la edición The New York Times estaría proponiendo “ampliar la definición de la muerte” para poder extraer órganos a personas vivas en Ucrania para transplantes. Los propagandistas escriben que esto permitiría a los médicos no prestar asistencia a los heridos, sino declarar prematuramente la muerte y ganar dinero con la venta de órganos al extranjero. Los rusos especulan, sin ninguna prueba, que en realidad esta práctica ya está muy extendida en Ucrania, pero que ahora se planea legalizarla oficialmente. 

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Sin embargo, por supuesto, estas especulaciones no tienen nada que ver con el material real de The New York Times. En el artículo del cardiólogo estadounidense Sandip Johar y los directores del centro de insuficiencia cardíaca y trasplantes Snegal Patel y Diana Smith, titulado Hay pocos donantes de órganos. Necesitamos una nueva definición de muerte, no se menciona en absoluto a Ucrania: los médicos escriben sobre el contexto estadounidense, ya que cada país tiene su propia legislación en materia de trasplantes de órganos. Por supuesto, no proponen extraer órganos de personas que aún están vivas. Los médicos hablan de un procedimiento que se utiliza ampliamente en Europa y que permite conservar los órganos en condiciones adecuadas para el trasplante durante más tiempo: consiste en reiniciar el corazón después de su parada irreversible. Es decir, aunque algunas funciones del cuerpo del paciente pueden reactivarse, no es posible devolver a la persona a una vida independiente. Actualmente, este método suscita resistencia desde el punto de vista ético y jurídico: si el corazón de una persona funciona, ¿se la puede considerar realmente muerta? Sin embargo, los autores del artículo proponen ampliar la definición de muerte en la legislación para eliminar esta contradicción. 

Los médicos subrayan que la intervención solo puede realizarse cuando no queda ninguna duda de que es imposible que la persona recupere su independencia. Esto permitiría aumentar considerablemente el número de donantes, ya que muchos pacientes con enfermedades graves fallecen sin llegar a recibir un trasplante. Los autores también subrayan que existe un potencial real de abuso del sistema y destacan la importancia de las medidas para garantizar el estricto cumplimiento del protocolo por parte de los médicos. Por lo tanto, el texto no se refiere realmente a la extracción de órganos a personas vivas, sino solo a una forma más eficaz y eficiente de realizar trasplantes y a los aspectos legales de la legislación estadounidense que es necesario regular para ello.

El tema de la llamada “transplantología negra” lleva muchos años apareciendo en la propaganda rusa. Detector Media señala que las primeras noticias falsas sobre este tema aparecieron hace al menos once años, en los primeros días de la Revolución de la Dignidad, cuando los medios de comunicación rusos escribieron que los participantes en el Euromaidán mataban a personas y les extraían órganos para venderlos. En artículos anteriores ya hemos explicado por qué esta teoría conspirativa no tiene nada que ver con la realidad: el trasplante de órganos es un procedimiento complejo que requiere una ejecución rápida y la compatibilidad del donante con el receptor en muchos aspectos. Por lo tanto, la idea de que se extraen órganos de ucranianos al azar y se llevan al extranjero para venderlos es absurda.

StopFake ya ha refutado artículos relacionados con este tema en sus artículos: Falso: Ucrania vende más de un millón de litros de sangre donada en el extranjero, Falso: Se descubre que un prisionero de guerra ucraniano firmó un consentimiento para la donación póstuma de órganos, que su comandante le obligó a firmar.