El régimen ruso bajo el liderazgo de Vladimir Putin, ha desarrollado una estrategia de desinformación sistemática que trasciende fronteras y contextos culturales. En el imponente espacio hispanohablante, y particularmente en España, dicha estrategia no responde a impulsos circunstanciales, sino que forma parte de una doctrina de guerra híbrida diseñada para erosionar la cohesión interna de las democracias liberales. Esta operación se apoya en el uso instrumental de medios de comunicación estatales, plataformas digitales, actores locales afines y un refinado aparato ideológico.
En el caso español, el Kremlin ha identificado y explotado grietas sociopolíticas preexistentes, focalizando su esfuerzo propagandístico en sectores de la extrema izquierda y del independentismo periférico, en especial el catalán y el vasco. Estas corrientes políticas, críticas del orden liberal occidental, presentan una mayor permeabilidad a narrativas que cuestionan la legitimidad de las instituciones euroatlánticas, como la OTAN y la Unión Europea, y que exhiben afinidades con discursos antimperialistas de corte nostálgico hacia el bloque soviético.
Las plataformas Telegram y X se han convertido en unas de las principales aplicaciones de esta estrategia de propaganda, con comunidades bien organizadas que conectan directamente con nodos ideólogicos afines a la extrema izquierda española y al soberanismo catalán y vasco. Los mensajes producidos o respaldados por instituciones rusas como RT, Sputnik y las embajadas del Kremlin en países hispanohablantes, son rápidamente traducidos, adaptados y redirigidos hacia audiencias locales por canales intermedios. Entre estos destacan perfiles que, con miles de suscriptores, transmiten la narrativa oficial rusa, particularmente en lo relativo a la guerra en Ucrania, las críticas a la OTAN o el apoyo a figuras políticas afines al eje antioccidental. Dentro de la red de canales que actúan como vectores de transmisión se pueden indentificar: IrinaMar_Z (77.000 suscriptores), elOjOen (45.500), Ucraniando (32.100), Rokot Tormenta (20.700), BerdaderaH (18.670), EurekaPress (13.200) y En Plena Luz (12.400), entre otros. Estos canales no solo replican de forma sistemática los contenidos emitidos por medios estatales como RT y Sputnik, sino que también los legitiman abiertamente, presentando las acciones del gobierno ruso, especialmente en el contexto de la agresión rusa en Ucrania, bajo una luz favorable.
Además de esta red social digital informal, las autoridades españolas han identificado una sofisticada arquitectura cibernética operada directamente o con apoyo del Kremlin. En el marco de la campaña de desinformación conocida como “Doppelgänger”, se han documentado más de 200 dominios y alrededor de 25.000 cuentas en redes sociales activas en España y otros países europeos. Esta operación tuvo especial relevancia durante la crisis de la DANA en 2024, cuando se detectaron al menos 41 casos confirmados de desinformación impulsados por inteligencia artificial, cuyo objetivo era amplificar narrativas críticas contra el Estado español y sus instituciones democráticas. Estas narrativas se disfrazaban de información verificada mediante webs clonadas o cuentas suplantadas, generando una sensación de caos y desconfianza institucional.
Un caso particularmente alarmante fue el de la red “Pravda”, una plataforma lanzada por entidades próximas al Kremlin que produjo y difundió más de 3,6 millones de artículos falsos, muchos de ellos traducidos al español, catalán y euskera. Este contenido, a menudo indistinguible de artículos reales, ha sido absorbido incluso por modelos de inteligencia artificial ampliamente utilizados en Occidente, contribuyendo involuntariamente a la propagación de bulos en medios digitales y sistemas automatizados de respuesta.
A este ecosistema se suman actores mediáticos como el canal iraní HispanTV, cuya línea editorial coincide en múltiples puntos con los intereses geopolíticos del Kremlin. En el caso vasco, destaca la organización EH Donbass, registrada como ONG en San Sebastián, que bajo una fachada humanitaria ha operado como una pieza clave en la difusión de contenidos alineados con Moscú.
La convergencia entre actores locales y la maquinaria propagandística rusa no es fruto de una afinidad ideológica espontánea, sino de una coincidencia estratégica: mientras Rusia busca debilitar a sus adversarios desde dentro mediante la fragmentación social y política, ciertos sectores españoles encuentran en Moscú un aliado táctico dispuesto a proyectar sus reivindicaciones fuera del marco institucional europeo.
En suma, lo que se configura es un entramado de influencia que va más allá de lo mediático: se trata de una estrategia geopolítica integral que aprovecha dinámicas internas para debilitar la cohesión nacional e insertar una visión del mundo favorable a los intereses de Moscú. La respuesta a esta amenaza debe ser igualmente integral: fortalecer la alfabetización mediática, blindar los marcos regulatorios de la información digital y promover una coordinación efectiva entre los niveles nacional, europeo y transatlántico. Solo así podrá el espacio hispanohablante resistir con éxito los embates de esta guerra desinformativa.
AJ



