Es difícil imaginar cualquier evento propagandístico en Rusia sin Tara Reade, quien con toda seriedad cuenta a los rusos lo mal que se vive en Estados Unidos y lo maravilloso que es estar bajo el ala del Kremlin. La estadounidense aparece regularmente en programas de entrevistas televisivos, participa en mítines políticos y, durante el reciente Foro Valdai, incluso tuvo el honor de hablar con Vladimir Putin sobre su amor por Moscú. Sus méritos especiales han sido reconocidos por el Kremlin: apenas dos años después de mudarse, recibió el pasaporte ruso.
Desde Washington con amor
Tara Reade, también conocida como Alexandra McKay según los documentos, llegó a Rusia en 2023. Según ella misma afirma, la mudanza fue forzada: supuestamente corría peligro en Estados Unidos. En Moscú solicitó asilo político y, a finales de septiembre de 2025, Vladímir Putin firmó un decreto por el que se le concedía la ciudadanía rusa.
Tara recibió ayuda al más alto nivel. La diputada de la Duma Estatal Maria Butina, conocida por su pasado como espía, por el que cumplió condena en una prisión estadounidense, se ocupó personalmente de su legalización. Por su parte, Margarita Simonyan, la principal estrella de la propaganda rusa, contrató a Reade como comentarista política en la sección anglófona de Russia Today. Tara promete ahora aprender ruso y «servir a Rusia».
¿Quién es la Sra. Reade?
Hasta 2020, Tara Reade era una desconocida no solo en Rusia, sino también en Estados Unidos. Nació el 26 de febrero de 1964 en California. Practicó esquí alpino a nivel profesional e incluso pasó la selección para el equipo olímpico juvenil, pero se vio obligada a abandonar el deporte tras el divorcio de sus padres y su traslado a otro estado.
Soñando con una carrera como actriz, Reade se mudó a Los Ángeles, pero no tuvo éxito en este campo. Se matriculó en la facultad de ciencias políticas de la universidad municipal de Pasadena. Durante sus estudios, realizó unas prácticas en el Congreso y más tarde se trasladó al Senado, donde ocupó el puesto de asistente del entonces senador Joe Biden.
Reade trabajó en la oficina del futuro presidente de los Estados Unidos durante aproximadamente un año. Sin embargo, eso fue suficiente para que, en 2020, en plena campaña presidencial, acusara a Biden de acoso sexual y agresión. El propio Biden y su equipo rechazaron categóricamente estas acusaciones, que tampoco fueron confirmadas por las investigaciones periodísticas. Es más, los periodistas, al investigar el pasado de la propia Reade, encontraron muchas incoherencias, entre ellas las relativas a su formación y su trabajo.
En respuesta, Tara declaró que corría peligro en Estados Unidos y, en la primavera de 2023, ya bajaba las escaleras del avión en Moscú.
Un amor de larga data por Rusia
El amor de Tara por Rusia comenzó mucho antes de obtener el pasaporte. En 2018, publicó una entrada en la que calificaba a Vladimir Putin de «hombre que convirtió el caos en orden y resucitó a un pueblo creativo». Esta entrada fue posteriormente eliminada.
En 2021, Reade creó un canal en YouTube (que actualmente cuenta con más de tres mil suscriptores), en cuya descripción afirma que «toda su vida ha dicho la verdad para proteger a quienes no tienen voz, y sigue haciéndolo al hablar del trauma que ha sufrido». Uno de sus invitados fue el representante permanente adjunto de Rusia ante la ONU, Dmitri Polanski.
En febrero de 2023, la agencia RIA Novosti citó las declaraciones de Tara Reade durante una manifestación contra el apoyo a Ucrania en Washington: «Rusia no es el enemigo, China no es el enemigo. El enemigo es el complejo militar-industrial y el régimen corrupto de Biden». Los principales medios de propaganda rusos difundieron con gusto estas palabras.
Tras mudarse a Rusia, la popularidad de Tara aumentó rápidamente. Ahora sus declaraciones reciben un tiempo de emisión que ni siquiera muchos políticos rusos tienen. Para la propaganda, es un verdadero tesoro: una estadounidense que ha sufrido la «dictadura de la democracia» y ha encontrado «refugio» en Putin.
La historia de Reade encaja perfectamente en la narrativa del Kremlin: Occidente es mentira, hipocresía y persecución de disidentes. Rusia es una isla de verdad y espiritualidad, donde incluso los antiguos estadounidenses encuentran la paz.
En realidad, Reade se ha convertido en un símbolo viviente de cómo la propaganda rusa puede transformar los dramas personales en un arma ideológica. Y parece que seguirá desempeñando ese papel durante mucho tiempo.
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