El presidente ruso, Vladimir Puti, junto a expresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en Moscú  en abril de 2015 | AFP
El presidente ruso, Vladimir Puti, junto a expresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en Moscú en abril de 2015 | AFP

Ando estos días leyendo y escribiendo sobre las relaciones ruso-argentinas durante los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner. Resulta que, en 2010, Rusia se convirtió en el país con el que Argentina tenía firmados más acuerdos. Argentina estableció con Rusia una Alianza Estratégica Integral, una categoría de acuerdo que sólo tenía Brasil en la región. Más adelante, me ocuparé de las relaciones de Argentina con Irán. Todo ello tiene que ver, obviamente, con la Nueva Guerra Fría y cómo Argentina, privilegió las relaciones con Rusia e Irán. Relaciones que no aparecen mencionadas en el epígrafe “política internacional” de la biografía de la ex-presidente en Wikipedia.

La llegada del gobierno de Mauricio Macri ha supuesto la recuperación de las buenas relaciones de Argentina con Estados Unidos. Y en las últimas semanas me he encontrado varias noticias sobre la genuflexión del presidente argentino ante el imperialismo yanki , incluyendo la creación de bases estadounidenses en el país. El asunto me llamó la atención porque sólo ha aparecido en los medios con cierto sesgo ideológico. Y me quedé pensando si no será que alguien ha decidido lanzar la maquinaria propagandística contra un gobierno que seguro no tendrá tan buenas relaciones con Rusia e Irán como las tuvo Cristina Fernández de Kirchner.

El diario español Público publicaba el artículo “EEUU desembarca en la tierra del fin del mundo” el pasado 2 de julio. Lo firmaba Walter Goobar desde Buenos Aires. Arrancaba diciendo:

Las excusas que han permitido a Washington desplegar más de un centenar de bases militares en Latinoamérica, que se extienden desde Guatemala y el Caribe hasta la Patagonia, son siempre altruistas: ayuda humanitaria, apoyo ante catástrofes, combate al narcotráfico o apoyo al desarrollo y la investigación científica, pero la realidad indica que tanto la base que EEUU pretende emplazar en Tierra del Fuego, la zona más austral de la Argentina; como otra ubicada en la zona limítrofe entre Argentina, Brasil y Paraguay —conocida como la Triple Frontera—, están destinadas a asegurar a Estados Unidos un recurso estratégico cada vez más escaso: el agua potable.

La afirmación de que EE.UU. tiene “más de un centenar de bases militares en Latinoamérica” se lo saca Goobar de la manga.  No hay nada parecido allá a las bases estadounidenses en Morón de la Frontera, Sigonella (Sicilia, Italia) y Futenma (Okinawa, Japón). Las únicas grandes bases militares se encuentran en Puerto Rico (Estado libre asociado a EE.UU.) y Guantánamo (Cuba). Sí hay unas cuantas instalaciones de radar y personal de apoyo para permitir el despliegue en bases aéreas aliadas. Las instalaciones de radar usadas en la lucha antidroga se conocen como Cooperative Security Locations. Hace diez años eran unas 17 y en cada una estaban destacados unos 35 militares. Las instalaciones de apoyo en bases aéreas aliadas se conocen como Forward Operating Locations. Algo muy parecido a la “Base Aérea de Málaga” o el “Aeródromo Militar de Lanzarote” , que no son más que instalaciones de apoyo del Ejército del Aire español en aeropuertos civiles. Así, en laBase Aérea “Coronel Soto Cano” en Honduras se encuentra una fuerza conjunta de unidades aéreas, unidades de transmisión y unidad médica que actúa de cuartel general de una fuerza de tarea dedicada a la lucha antidroga y la ayuda humanitaria. Hay allí entre 400 y 500 militares estadounidenses. La mayoría de estas bases se ubican en Centroamérica, el Caribe, Colombia y Perú. No hay nada parecido en el Cono Sur.

¿Cómo le salen las cuentas de más de un centenar de bases imperialistas yankis en América a autores como Goobar? Contando cualquier presencia o proyecto estadounidense. Por ejemplo, EE.UU. financió con 465.806 dólares la construcción de un polígono de entrenamiento para combate urbano en la región de Valparaíso (Chile). Se trata de un conjunto de ocho edificaciones rudimentarias, con techo de chapa y sin encalar. Siete son de una sola planta y la octava tiene dos plantas.

Las instalaciones fueron construidas en Fuerte Aguayo, una base de la Armada Chilena. Y si uno busca en Internet, se encuentra titulares sobre la “base estadounidense en Concón“, nombre de la localidad donde se ubica Fuerte Aguayo. Sobra decir que ocho edificios rudimentarios para hacer ejercicios de combate urbano no constituyen una “base estadounidense”. Y que ese dinero gastado por EE.UU. forma parte de sus planes de creación de lazos con las fuerzas armadas de Iberoamérica, tal como se ensayó primero en África. Pero cómo no, en Voltairenetencontramos un artículo donde se muestra la preocupación de organizaciones de Derechos Humanos chilenas, se menciona la antigua Escuela de las Américas y el golpe de estado contra Allende. Y todo por ocho edificios de techo de chapa y paredes sin encalar.

Fuerte Aguayo, de la Armada de Chile, en la Región de Valparaíso.
Campo de entrenamiento en Fuerte Aguayo (Chile). Foto vía El Centinela.

Siguiendo con Goobar, cita a Moniz Bandeira, que en el diario argentino Página 12 afirmó:

Estados Unidos mantienen la 4ª Flota navegando en el Atlántico Sur, cerca de las reservas de petróleo que están debajo del “pré-sal”, el conjunto de formaciones rocosas ubicadas en la zona marítima de buena parte del litoral de Suramérica, con un gran potencial de generación y acumulación de petróleo.

Se trata de un delirio produccto de la ignorancia o la mala fe. La 4ª Flota estadounidense fue reactivada en 2008 como un cuartel general sin buques asignados y creada para coordinar las acciones de la armada estadounidense en la región. Cuando un buque de la armada estadounidense hace un periplo por la zona, como los que participan en los ejercicios UNITAS, quedan bajo mando de la 4ª Flota. Así que no hay barcos estadounidenses dando vueltas en torno a las plataformas petrolíferas brasileñas. Creo que habríamos tenido noticias al respecto. Brasil fue uno de los pasíes cuyo gobierno pidió formalmente más información a Washington tras la creación de la 4ª Flota. Y de hecho, la armada brasileña tiene planes ambiciosos al respecto del cuidado de sus yacimientos petroleros en alta mar, como el desarrollo de un submarnino nuclear con tecnología francesa.

Según avanza el artículo, Goobar reconoce que el petróleo dejará de tener la importancia estratégica que tiene ahora. Y afirma que Estados Unidos quiere posicionarse estratégicamente en Sudamérica para controlar sus recursos hídricos. Es como si reconociera  que se ha quedado sin argumentos para odiar a Estados Unidos (¡quieren el petróleo de Venezuela!) y ha decidido buscarse otro. Que el objetivo de EE.UU. es apoderarse del agua potable de Sudamérica es algo que vengo leyendo desde años. Ya desde los tiempos en que los bulos circulaban en cadenas de correo electrónico Al parecer, fue en el año 2000 cuando comenzó a circular el bulo de que había un libro de texto para niños en Estados Unidos que decía que el país debía apoderarse de la Amazonía para protegerla. Ese bulo me lo volví a encontrar hace tiempo en Facebook y si sobrevivió tanto tiempo es porque encaja en los prejuicios del internauta medio sobre el “imperialismo yanki”. Lo curioso es que con tanto documento estratégico estadounidense que lanzan cada mes centros de estudios militares y think-tanks privadas, de todos los que me he cruzado estos años hablando de Asia-Pacífico, el futuro de Internet y la militarización del espacio, entre otros temas, jamás encontré ninguno que hablara de apoderarse de las cuencas hidrográficas del Cono Sur.

Justo al día siguiente que el diario Público sacara su artículo, El Espía Digitalpublicó un artículo sobre Argentina titulado “Más sumisión al imperialismo: el Gobierno argentino se suma al Comando Sur de los Estados Unidos”. Aparece sin firma. Y buscando en Internet qué otros medios lo han publicado, por si veo el nombre del autor, me encuentro que apareció en La Izquierda Diario, otra de esas publicaciones en español que aparece sin ningún banner de publicidad y que dice formar parte de una “Red Internacional en 5 idiomas”. Llama la atención sobre este segundo medio porque mientras publicaciones españolas de izquierda como El Diarioo La Marea andan siempre batallando por conseguir publicidad y suscriptores, proliferan en Internet sitios de noticias con una marcada agenda ideológica en el contexto de la Nueva Guerra Fría y que parecen hechas por amor al arte sin publicidad que las sostenga. ¿Raro, no?

Pero sigamos con el segundo artículo. Se nos cuenta que hubo una reunión entre el ministro de Defensa argentino y el comandante en jefe de SOUTHCOM, el mando regional estadounidense para Centroamérica, el Caribe y Sudamérica. La 4ª Flota es su componente naval, por cierto. En esa reunión se acordó que Argentina participaría en ejercicios militares con Estados Unidos y se enviaría un oficial de enlace al cuartel general del SOUTHCOM. Además, el ministro le trasladó las necesidades materiales de las paupérrimas fuerzas armadas argentinas. Nada extraño, en suma. El autor del artículo publicado en El Espía Digital y La Izquierda Diario subraya “el grado de servilismo hacia el comandante por parte de las autoridades argentinas” que se vivió en la sede del Ministerio de Defensa. Al final del artículo se menciona que el SOUTHCOM jugó un papel en la Guerra de las Malvinas y se menciona también a la Escuela de las Américas. Es decir, a falta de hechos que criticar sobre la reunión, se apela a agravios lejanos de Estados Unidos. Como si el papel de Estados Unidos durante los gobiernos de Reagan se pudieran comparar con el papel jugado en la región por los gobiernos de Obama.

Me llama la atención que llame a escándalo la realización de ejercicios conjuntos, cuando durante la era Kirchner militares estadounidenses se trasladaron a Argentina sin que entonces se le acusara de servilismo con el imperialismo yanki. Por no hablar de la singularidad de la base de seguimiento espacial china instalada en Neuquén, a la que se le aplica el principio de extraterroritorialidad e instalada mediante una acuerdo poco transparente que el nuevo gobierno argentino ha decidido revisar.

Por comparar, el gobierno del Frente Amplio urugayo que presidía José Mujica firmó en 2012 con Estados Unidos un acuerdo “para facilitar el apoyo logístico entre los países durante ejercicios conjuntos, visitas mutuas, escalas y cualquier operación conjunta entre las naciones donde una o ambas partes puedan requerir apoyo logístico, suministro y servicios de la otra”. Que el gobierno del simpático y entrañable Pepe Mujica firmara un convenio militar con Estados Unidos no ocupó titulares y pareció razonable.

Y termino con una noticia aparecida en Misiones Para Todos, titulada “Confirmado: hay militares norteamericanos en Misiones para instalar una base”. Se cuenta en ella la presencia no de militares, como dice el titular, sino de “funcionarios” primero” y “observadores” luego, que estarían visitando la provincia de Misiones para instalar un radar para la lucha contra el narcotráfico. Precisamente la falta de presupuesto de las fuerzas armadas obligó en su momento a retirar los radares de vigilancia en la provincia de Misiones. En abril de este año el fiscal federal Carlos Soto Dávila se quejaba de la falta de medios para la lucha contra el narcotráfico y  afirmaba“necesitamos radares que funcionen las 24 horas para tener la frontera controlada”. No encontré información sobre nuevas bases estadounidenses en la prensa argentina, pero sí los siguientes titulares:

“Macri mete las bases militares de EEUU en Argentina” según HispanTV (canal iraní).
“Macri abre las puertas a EE.UU. para instalar bases militares” según teleSUR (consorcio de los países bolivarianos)

Después de contar cómo me llamó la reciente proliferación de análisis que culpan al wahabismo de todos los males del Islam moderno y hoy contar cómo se acumulan los titulares alarmistas sobre las relaciones de Argentina con EE.UU. creo que ha quedado claro que vivimos tiempos de campañas informativas orquestadas tambiénpor el otro bando de la Nueva Guerra Fría.

Fuente: Guerras Posmodernas