Fuente: Diálogo Americas

Escrito por Brian Fonseca, director del Instituto de Política Pública Jack D. Gordon de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos Steven J. Green de la Universidad Internacional de Florida (FIU)

Ejemplo de propaganda rusa de la época bolchevique para exhortar a trabajadores y soldados a defender la ciudad de Petrogrado (hoy San Petersburgo). La propaganda rusa de hoy intenta debilitar la confianza en fuentes de información occidentales. (Foto: AFP)

Las noticias falsas patrocinadas por el Kremlin tratan de debilitar las fuentes occidentales de información y las instituciones democráticas, además de disminuir la influencia general de Occidente.

El resurgimiento ruso en la política internacional después del colapso de la Unión Soviética ha creado preocupación entre quienes se ocupan de la política exterior de los EE. UU. Expertos rusos advierten a Washington acerca de la amenaza creciente de Moscú a las democracias del mundo, incluidas las democracias de Latinoamérica y el Caribe. La capacidad limitada de Rusia para ejercer influencia en la comunidad internacional usando instrumentos tradicionales de poder, como el diplomático, el económico y el militar, la ha obligado a confiar más en su capacidad de influenciar a las poblaciones mediante una mezcla de actividades dirigidas por el estado para usar propaganda, información falsa y desinformación con el fin de moldear la manera de pensar de la gente. La propaganda, la información falsa y la desinformación son apenas algunos de los componentes de lo que los rusos denominan propaganda.

Durante décadas, la propaganda rusa ha sido un elemento clave de la política exterior rusa en sus “países cercanos”, es decir, en las antiguas repúblicas soviéticas y en los países del Pacto de Varsovia geográficamente próximos a Rusia. No obstante, en años recientes Moscú ha multiplicado los esfuerzos para llevar a cabo actividades de propaganda en regiones tan lejanas como Latinoamérica y el Caribe. El objetivo de Moscú es debilitar las fuentes de información occidentales, las instituciones democráticas y disminuir la influencia general del sistema internacional liderado por Occidente.

La propaganda rusa debilita la confianza en las fuentes de información occidentales

El objetivo de la propaganda rusa en Latinoamérica no es convencer al público de los méritos de la política rusa, reforzar la imagen de Rusia o promover un punto de vista ruso del mundo, sino erosionar la confianza en las instituciones occidentales como la democracia y el comercio libre, así como las fuentes de información dominadas por Occidente. En la actualidad, la responsabilidad de descubrir la verdad ya no está en manos de los medios de comunicación sino que recae en cada individuo. Y esto implica que las personas se ven forzadas a escudriñar el entorno sobresaturado de medios de comunicación para encontrar la verdad. Según la Fundación Nacional para la Democracia, Moscú utiliza la propaganda para lograr sus “objetivos de política exterior mediante una ofensiva ‘4D’: descartar las declaraciones o alegaciones de un oponente, distorsionar eventos con fines políticos, distraer la atención de las actividades propias y desanimar a los que podrían oponerse a los objetivos propios”.

En Latinoamérica, los medios de comunicación rusos trabajan para crear suficiente confusión como para cuestionar el mensaje de los medios de los EE. UU. y occidentales y socavar la eficacia de las instituciones democráticas en la región. El apoyo público a la democracia ha disminuido del 61 por ciento a favor al 53 por ciento en 2017, según el Proyecto de Opinión Pública Latinoamericano de la Universidad Vanderbilt. Este cambio tal vez es un indicador del éxito de la propaganda de Rusia. Los medios de comunicación controlados por Rusia lo hacen aprovechándose de las sospechas mantenidas desde hace mucho tiempo sobre la política de los EE. UU. en la región y exagerando, distorsionando o creando falsedades en lo que se refiere a las actividades estadounidenses y occidentales.

El uso de la información por parte de Rusia no tiene un paralelo real en Occidente. La creciente capacidad de manipular narrativas es clave para la estrategia rusa. Moscú se esfuerza en fragmentar y desmantelar el dominio percibido de los medios de comunicación occidentales proporcionando perspectivas alternativas basadas en las sospechas predispuestas de sus audiencias. La propaganda rusa puede dividirse en tres categorías: negra, blanca y gris. Las campañas de información negra son narrativas falsas, basadas en fuentes falsas, mientras que las campañas de información blanca se basan en la verdad y la identificación abierta de la fuente de la información y las grises consisten en distorsionar la verdad o alterar el contexto y pueden ocultar la fuente.

Moscú sigue adaptando esas operaciones a tecnologías emergentes como programación basada en internet, plataformas de medios de comunicación sociales y los llamados bots, aplicaciones de software diseñadas para automatizar tareas por internet. Según el investigador del Instituto de Estudios Estratégicos de los EE. UU. Dr. G. Alexander Crowther hay tres tipos de medios de comunicación que promueven las perspectivas rusas. Las primeras son medios como RT en Español y Sputnik Mundo, que reconocen abiertamente estar afiliadas con el gobierno ruso. Las segundas son cuentas como las establecidas bajo la Agencia de Investigación de Internet de Rusia que usan trolls y bots para diseminar desinformación durante las 24 horas del día, los siete días a la semana. Las terceras son cuentas “que pertenecen a personas en todas partes del mundo que amplifican los temas a favor de Rusia, ya sea a sabiendas o sin saber, después de ser influidas por los esfuerzos descritos arriba”.

Continuidad del antiguo manual soviético

El uso de propaganda rusa para ayudar a Rusia a lograr sus objetivos de política exterior no es nada nuevo. Moscú ha estado usando propaganda durante casi un siglo. En la década de 1920, las campañas de información rusas desacreditaban a las comunidades disidentes en Europa. Durante el período soviético, Moscú institucionalizó el uso de propaganda en los servicios de seguridad e inteligencia rusos, estableciendo una unidad de desinformación dentro del Primer Directorado Principal de la Agencia de Inteligencia Soviética. La propaganda rusa aumentó considerablemente desde finales de la década de 1970 hasta la década de 1980. En la década de 1980, los propagandistas rusos trataron de hacer ver que los orígenes del SIDA estaban en un experimento de armas biológicas de los EE. UU. que se estaba llevando a cabo en Ft. Detrick, Maryland. Esta operación, llamada Operation Infektion, fue una de las muchas que utilizaron para intentar desacreditar a los EE. UU. en el mundo.

La propaganda rusa tampoco es completamente nueva en Latinoamérica. A principios de la década de 1980, Rusia utilizó información falsa para desacreditar a los EE.UU. en la región. Según evaluaciones desclasificadas de la CIA, en diciembre de 1980, Pravda, el periódico oficial del Partido Comunista de la Unión Soviética, publicó una historia falsa diciendo que los EE. UU. estaban involucrados en el uso de napalm y herbicidas contra la población civil en El Salvador. En enero de 1981, el periódico ruso Literaturnagya Gazeta publicó un artículo que indicaba falsamente que los EE. UU. se estaban preparando para eliminar a miles de salvadoreños, en un macabro recordatorio del pasado oscuro de El Salvador, cuando sus élites trataron de eliminar las comunidades indígenas. 

La propaganda rusa está aumentando en Latinoamérica y el Caribe

La propaganda, la información falsa y la desinformación rusas han aumentado sustancialmente durante la última década. Los medios de comunicación rusos como RT en Español, Sputnik Mundo, TASS y Voces de Rusia retransmiten noticias activamente en Latinoamérica. A diferencia de los medios de comunicación occidentales dominantes como CNN, MSNBC, FOX y BBC, los rusos no operan de forma independiente. En su lugar, apoyan directamente los objetivos de política exterior del Kremlin. Los medios de comunicación rusos aprovechan las nuevas plataformas para suministrar información —televisión, medios sociales e internet— a fin de llegar a las audiencias latinoamericanas e influir en ellas, a menudo en español.

La inversión del Kremlin en medios de comunicación en todo el mundo ascendió a unos US$323 millones en 2017, aunque no hay evidencia estadística en cuanto a la penetración de los medios de comunicación rusos en Latinoamérica. Sin embargo, se estima que RT y Sputnik por sí solos pueden llegar a casi toda la región. RT tiene acuerdos con unos 320 proveedores de cable en Latinoamérica. Su lema es “cuestiona más”, explicando su intención de cuestionar las narrativas occidentales y promover teorías conspirativas. Al principio, los mensajes rusos parecían oportunistas y no estaban bien coordinados entre los diversos medios de comunicación controlados por Rusia en la región. No obstante, en años recientes los medios de comunicación rusos parecen mucho más coordinados.

Además, la propaganda rusa explota a menudo medios de comunicación sin fondos ni recursos suficientes, incluidos muchos en Latinoamérica, para amplificar su mensaje. Los medios de comunicación latinoamericanos tienen una capacidad limitada para comprobar la veracidad de una noticia y, con tal de publicar contenido fresco, republican el contenido de los medios de comunicación rusos. A simple vista, esto da la impresión de que el mensaje de Rusia es coherente con el mensaje de Latinoamérica. De hecho, Moscú prefiere que el mensaje proceda de medios de comunicación latinoamericanos porque les da más credibilidad.

Una de las falsas narrativas que Rusia está introduciendo con fuerza en Latinoamérica es la presencia militar de los EE.UU. en la región. Moscú entiende la historia de las intervenciones militares de los EE. UU. en la región y está tratando de aprovechar esa historia para propagar información falsa. En 2016, Sputnik Mundo dijo que los EE. UU. estaban construyendo dos bases militares en Argentina, una en la Patagonia y la otra en la Triple Frontera. A principios de 2017, RT en Español publicó otra historia falsa en la que afirmaban que los EE. UU. estaban estableciendo una nueva base militar en el Amazonas peruano. El objetivo de ambas campañas fue socavar las ventas de equipos militares de los EE.UU. a Argentina y Perú.

En 2017, el entonces consejero de los EE.UU. Herbert Raymond McMaster y el congresista Marco Rubio aseveraron que las campañas de información rusas se estaban usando para influir en los resultados de varias elecciones latinoamericanas, incluidas las elecciones brasileñas, colombianas y mexicanas. La alteración de los panoramas políticos entre los aliados críticos de los EE. UU. de entornos amigos a más antagonistas sería una victoria enorme para Moscú.

A finales de 2017, RT en Español publicó un artículo insinuando que el Reino Unido era responsable de la pérdida del submarino argentino ARA San Juan, diciendo que el submarino argentino fue “perseguido” por un helicóptero británico. En realidad, un C-130 de la Real Fuerza Aérea estuvo entre los primeros en apoyar las misiones de búsqueda y rescate. Estas son las clases de declaraciones sin fundamento y distorsionadas que caracterizan los esfuerzos de información falsa y desinformación rusos en la región.

Además utilizar los medios de comunicación, Rusia está fortaleciendo sus relaciones con la diáspora rusa en Latinoamérica mediante Organizaciones no Gubernamentales (ONG), empresas y la Iglesia Ortodoxa Rusa. El objetivo es aprovecharse de estas comunidades y amplificar los mensajes de Moscú, de modo similar a la forma en que lo hizo con las comunidades de habla rusa en Estonia y Ucrania. No obstante, a corto plazo, las comunidades de habla rusa seguirán siendo una herramienta disponible pero limitada para hacer avanzar los intereses de Moscú en Latinoamérica. La diáspora rusa no ha obtenido ninguna influencia política significativa para modificar la política latinoamericana y caribeña o hacer avanzar la influencia política rusa. La diáspora seguirá sirviendo como instrumento para promover los puntos de vista rusos y, si es persistente, cerrar la brecha a largo plazo entre las sociedades latinoamericanas y caribeñas, y Moscú.

Aun así, los medios de comunicación rusos se encuentran entre decenas de otros procedentes de otros países del mundo. Esta saturación informativa probablemente diluye el impacto que los medios rusos podrían tener en la región, aunque todavía no hay una forma científica de medir tal impacto. Sin embargo, es en la programación en línea y los medios sociales donde medios como RT o Sputnik gozan de la máxima oportunidad de crecimiento. Este es el medio al que acuden la mayoría de las audiencias más jóvenes de la clase media para informarse, ofreciendo al Kremlin una oportunidad para llegar de forma eficaz y eficiente a los sectores más influyentes de la sociedad.

Para mitigar de forma efectiva la amenaza de la propaganda rusa, los EE. UU. y sus aliados latinoamericanos deben seguir reforzando la importancia de las instituciones y los principios democráticos y ayudar a crear comunidades resistentes en la región. Por último, los EE. UU. y sus aliados deben seguir exponiendo las falsedades de los mensajes rusos y exponer las prácticas autoritarias de Moscú, que son contrarias a la cultura política emergente en las sociedades latinoamericanas.

*Brian Fonseca también es profesor adjunto de Relaciones Políticas e Internacionales de la FIU y miembro del laboratorio de ideas New America en Washington, D.C.

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