En un taller en Sudán del Sur el año pasado, los periodistas se mostraron preocupados de que algunos medios utilizaran fuentes anónimas para impulsar sus propias agendas y atacar a enemigos políticos, escribe IJNet.

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Todos estuvieron de acuerdo en que las coberturas precisas e imparciales estaban siendo socavadas y en que la confianza de los lectores en esa incipiente democracia sumergida en el conflicto político estaba en juego.

Estos instintos éticos eran correctos.

Profesionales de medios en todas partes del mundo luchan con la espinosa cuestión del anonimato, que puede ser un arma de doble filo.

De acuerdo con la Sociedad de Periodistas Profesionales (SPJ, por su sigla en inglés), “las fuentes anónimas son a veces la única llave de acceso a una gran historia, levantando el telón de la corrupción y logrando que se cumpla con la misión periodística de hacer que los poderosos rindan cuentas y los ciudadanos estén informados. Pero las fuentes anónimas también pueden ser el camino hacia un pantano ético”.

El código de ética de SPJ tiene dos consejos importantes que dar sobre el anonimato:

  • Identifica a las fuentes siempre que sea posible. El público tiene derecho a toda la información que se le pueda proporcionar sobre la confiabilidad de las fuentes.
  • Cuestiona siempre las motivaciones de las fuentes antes de prometerles anonimato. Aclara las condiciones de una promesa de anonimato a cambio de información. Y mantén tus promesas…

El problema apareció hace poco en la redacción del New York Times. En marzo, la dirección del diario se puso más estricta respecto a las fuentes anónimas, porque los lectores se quejaron del uso “persistente” de estas fuentes sin nombre. Las nuevas reglas del medio requieren que los editores aprueben previamente el uso de fuentes anónimas.

“Las citas directas de las fuentes anónimas deben usarse muy de vez en cuando y solo cuando dichas citas sean imprescindibles para la historia”, explicó el New York Times en un artículo el 15 de julio sobre sus nuevos estándares. “Por lo menos un editor debe conocer la identidad específica de una fuente anónima antes de la publicación”.

Estos estándares más rigurosos están dando sus frutos. En julio, Phil Corbett, jefe de redacción adjunto del Times, reportó una caída de alrededor del 30% de las fuentes anónimas.

Aquí hay algunos recursos que te pueden servir. La Online News Association (ONA) ofrece una herramienta para construir tu propio código de ética que contiene una guía específica para trabajar con fuentes anónimas. El proceso implica varias preguntas que es necesario hacerse:

  • ¿Cuál es la razón por la que la fuente no quiere ser identificada?
  • ¿La información está disponible en otra parte?
  • ¿Confías en la fuente?
  • ¿La información saldrá a la luz de todas formas?
  • ¿La fuente tiene muchas ganas de compartir la información o ninguna?
  • ¿La fuente es poderosa o vulnerable?
  • ¿Vale la pena arriesgarse por la fuente o la información?

La guía dice: “Antes de otorgar la confidencialidad, debes tener una conversación detallada sobre los motivos por los que la fuente no desea hacerse cargo ni rendir cuentas de lo que dice, que es lo que ocurre cuando no la mencionas. Dile a la fuente que tus historias son más creíbles y tus fuentes más responsables cuando puedes usar sus nombres, y comprende bien cuáles son las motivaciones de la fuente para darte información».

Cuando me reúno con directores de medios de comunicación, les sugiero nombrar un comité de redacción para elaborar o actualizar las directrices sobre las fuentes anónimas. He reunido un paquete de materiales -estudios de caso, ejercicios y folletos -que pueden ayudar a abrir el camino.

Durante los talleres, pido a los participantes que traigan una historia de un periódico, una revista o una publicación online que contenga fuentes no identificadas. Luego trabajamos en pequeños grupos para decidir si el anonimato está justificado usando las siguientes directrices:

  • La información de la fuente debe ser absolutamente vital para la historia.
  • No puede tratarse de una opinión personal.
  • La información no podría haberse obtenido de otra manera.
  • La fuente es altamente confiable y sabe de lo que habla.

Cuando propongo este ejercicio, entrego a los participantes un folleto creado en base al código sobre fuentes anónimas de NPR. Este documento es completo, fácil de digerir y puede ser un modelo para las redacciones de cualquier lugar del mundo en la que a los periodistas les preocupe la construcción de confianza y credibilidad.

Fuente: IJNet