Fuente: Centro de Comunicaciones Estratégicas y Seguridad de la Información

Rusia, a través de sus representantes y agentes de influencia, promueve activamente la idea de «negociaciones de paz». Sin embargo, quienes son llamados «pacificadores» a menudo enfatizan que, antes del inicio de las negociaciones, es necesario alentar a Ucrania limitando su apoyo militar y económico. De hecho, la implementación de sus propuestas puede no conducir a una paz duradera, sino a nuevas víctimas. Los rusos y sus agentes de influencia son muy conscientes de lo que realmente ofrecen y están impulsando cínicamente su agenda.

¿Cómo persuade el Kremlin a las “conversaciones de paz”?

Las propuestas rusas sobre las «negociaciones» se intensificaron después de una serie de dolorosas derrotas del ejército ruso en Ucrania, en particular después de la expulsión de los ocupantes de la región de Járkiv (antes hubo «gestos de buena voluntad» en la regiones de Kyiv, de Chernihiv, de Sumy, en la isla Zmiiny, así como «pérdida de estabilidad» del crucero Moscú). Es decir, después de que los rusos perdieron la iniciativa estratégica en el campo de batalla.

En particular, desde el otoño de 2022, declaraciones similares han salido repetidamente de boca de propagandistas y funcionarios rusos.

Por ejemplo, en el otoño de 2022, expresaron las mismas tesis: el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, el jefe del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, Serguei Naryshkin, el jefe del Comité de Asuntos Internacionales de la Duma Estatal, Leonid Slutsky, y la jefa del Consejo de Rusia, Valentina Matvienko, durante la cumbre de presidentes de los parlamentos del G20 en Indonesia. 

En septiembre de 2022, Vladimir Putin expresó ideas similares en un discurso dedicado a la anexión ilegal de territorios ocupados, así como durante reuniones con el presidente turco, Recep Erdogan, y con el primer ministro indio, Narendra Modi, en la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai en Samarcanda.

En octubre de 2023, en la sesión del Foro Económico Mundial, Putin también hizo propuestas parecidas.

Se hicieron propuestas similares también en una reunión con Viktor Orbán en China el 18 de octubre de 2023 y durante una cumbre en línea del G-20 el 22 de noviembre de 2023.

Putin mencionó los mismos temas durante la «línea directa» del 14 de diciembre de 2023.

También llegan propuestas de «negociaciones» tanto de los amigos de Putin (Lukashenko, Orban) como de líderes políticos que quieren aumentar su peso en la escena internacional (los presidentes de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, y Lula da Silva, de Brasil).

El Kremlin y sus amigos echan la culpa de la falta de un acuerdo pacífico a Kyiv y al presidente Zelenskyy personalmente, y también apelan a Washington (promoviendo la vieja narrativa de «gobernancia extranjera»).

En el otoño de 2023, Putin habló repetidamente sobre la necesidad de cancelar la decisión del Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania sobre la imposibilidad de negociar con él. El dictador ruso llama a esta decisión «el decreto de Zelenskyy» para personalizar la responsabilidad de la decisión colectiva en una sola persona y presentar al presidente de Ucrania como «el único obstáculo para la paz».

Y todo esto, a pesar de que las autoridades ucranianas desde 2014 y el presidente Zelenskyy desde 2019, y los países occidentales hasta 2022 buscaban oportunidades para evitar una escalada y una salida política del conflicto (el proceso de Minsk, las negociaciones en formato de Normandía), y la decisión de iniciar una guerra a gran escala fue adoptada precisamente en el Kremlin, y no en Kyiv, Bruselas o Washington.

¿Por qué los propagandistas promueven “negociaciones de paz”?

Después de perder la ventaja estratégica en el frente, los propagandistas rusos aumentaron la histeria antiucraniana, justificando el genocidio, contemplando un ataque nuclear y al mismo tiempo instando a «negociaciones de paz». Hay varias razones obvias para esto. En primer lugar, a los rusos les interesa una pausa operativa que les permita prepararse para un nuevo ataque: restaurar unidades, reponer las reservas de armas y municiones a través de su propio complejo industrial de defensa y tras la ayuda de otras dictaduras de Bielorrusia, Irán y de Corea del Norte. 

En segundo lugar, el Kremlin está tratando de asegurarse para sí mismo el poder en los territorios ucranianos temporalmente ocupados, formalizar políticamente nuevas líneas de demarcación y tener la oportunidad de culpar a Ucrania por la escalada de cualquier intento de restaurar su integridad territorial.

En tercer lugar, los rusos están tratando de traspasar la responsabilidad de la guerra a Ucrania, demostrando su supuesta voluntad de llegar a un compromiso en contraste con la «intransigencia» de Kyiv. El Kremlin espera que Occidente comience a presionar a Ucrania para que ponga fin a la guerra satisfaciendo los apetitos del agresor. Por eso estas propuestas se expresan en plataformas internacionales.

Los rusos intentarán aprovechar el tiempo ganado para conseguir una ventaja numérica aún mayor sobre el ejército ucraniano y preparar nuevas ofensivas.

¿Por qué las iniciativas «pacíficas» del Kremlin siguen sin respuesta?

Tanto Ucrania como sus socios occidentales comprenden la falta de sinceridad de las declaraciones de los dirigentes del Kremlin y el interés de los rusos en una pausa operativa. El intento de anexión de cuatro regiones ucranianas demostró una vez más el total desprecio por el derecho internacional y la soberanía ucraniana y la falta de voluntad del Kremlin para un diálogo real.

Vale la pena recordar que Ucrania ha presentado repetidamente iniciativas de paz, tanto antes como después de la invasión a gran escala.

Pero ya después de la cumbre de París de los Cuatro de Normandía celebrada en diciembre de 2019, Putin perdió interés en reunirse con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy.

En vísperas de la invasión, los líderes occidentales instaron al dictador ruso a no cometer un error fatal. Zelenskyy expresó su disposición a entablar negociaciones directas con Putin, pero esta iniciativa fue rechazada en el Kremlin. En los primeros días de la guerra a gran escala, el presidente ucraniano apeló públicamente repetidamente a Putin con una oferta para reunirse en la mesa de negociaciones.

Las negociaciones entre las delegaciones de Ucrania y Rusia, que tuvieron lugar en marzo en Bielorrusia y en Turquía, fueron llevadas a cabo por los rusos desde una posición de fuerza, planteando exigencias inaceptables.

Incluso hoy, después de una serie de derrotas del ejército ruso, el Kremlin habla de las negociaciones exclusivamente «en sus propios términos», sin nombrarlos. Demostrando así que el único formato aceptable para Rusia es la capitulación de Ucrania.

El 30 de septiembre, el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania respondió al anuncio de Rusia de la anexión de las regiones de Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk con una decisión que declaraba «la imposibilidad de negociar con el presidente ruso Putin». El mismo día, Volodymyr Zelenskyy puso en práctica esta decisión mediante su decreto. En su mensaje por vídeo, el presidente ucraniano confirmó su voluntad de sentarse a la mesa de negociaciones con el próximo presidente de la Federación Rusa.

Por lo tanto, el actual liderazgo político ruso convenció a Ucrania y a sus socios no sólo de la insensatez, sino también del peligro de las negociaciones y acuerdos algunos con el Kremlin. Por tanto, las negociaciones son imposibles dado que:

  • los motivos de los rusos son obvios: el Kremlin demuestra que no abandona el objetivo de destruir el Estado ucraniano y a los ucranianos como nación;
  • las acciones del agresor tienen como objetivo destruir el orden mundial actual y el sistema de seguridad internacional;
  • los dirigentes rusos hablan exclusivamente el lenguaje de los ultimátums y se muestran intratables;
  • el fortalecimiento del ejército ruso durante la pausa operativa provocará nuevas bajas y destrucción;
  • Rusia está cometiendo genocidio contra los ucranianos en los territorios ocupados: los asesinatos, las torturas y las violaciones de civiles, la deportación y la movilización forzada de locales — esto es una lista incompleta de crímenes de guerra registrados por los rusos; sólo la expulsión de los ocupantes puede salvar vidas;
  • Las iniciativas de «paz» de Putin y sus secuaces no deberían engañar a nadie. Al anunciar otra anexión, movilización al ejército y chantaje nuclear, los dirigentes rusos demuestran claramente sus intenciones agresivas. Las propuestas de negociación no son más que un intento de ganar tiempo para preparar una nueva etapa de agresión.

Así como los acuerdos de Minsk concertados en 2014-2015 no condujeron a una paz duradera, cualquier nuevo intento de negociar con Putin está condenado al fracaso. Pero si los acuerdos de Minsk permitían trasladar la guerra en el Donbás al formato de un conflicto de baja intensidad y posponer una invasión a gran escala durante varios años, esta vez será, en el mejor de los casos, cuestión de meses. Ese es el tiempo que llevará formar y coordinar nuevas conexiones militares después de la movilización en Rusia.