La meta de este artículo es llamar la atención a uno de los aspectos de la propaganda del régimen de Putin: que está hecha sin moralidad alguna.

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El lavado de cerebro total es un camino hacia el totalitarismo

Para que la propaganda funcione y tenga un tremendo efecto en un país lo primero que hay que hacer es crear una sociedad totalitaria, cambiar el régimen democrático, eliminar allá todas las instituciones y normas democráticas, y reprimir la libertad de expresión, incluyendo la prensa.

Por eso el estado totalitario se refiere al control total desde el nacimiento hasta la muerte de los ciudadanos. También el régimen totalitario anhela controlar la opinión de su gente. Con este propósito los regímenes totalitarios conocidos (el Tercer Reich, el régimen de Mao en China, de Stalin en la URSS, Corea del Norte, etc.) crearon un aparato propagandístico-ideológico. Su meta era crear una sociedad de individuos controlados, que fuera a someterse a las autoridades estatales.

Una de las mejores maquinarias de propaganda del siglo XX fue la de la Alemania nazi, que fue dirigida a los diferentes ámbitos de la sociedad y el Estado. Tuvo una influencia fuerte y destructiva en las mentes de los alemanes, tanto como en la de otros europeos que confesaron la ideología fascista como su religión. Millones de europeos por primera vez en la historia al unísono proclamaron los lemas nacionalsocialistas. Creyeron con toda su alma en esos mitos y narrativas, creados por el ministro de propaganda del Reich Josef Goebbels.

Pero en el día de hoy tenemos una situación semejante en algunos países. Como un estado totalitario posmoderno con una maquinaria propagandística potente vemos la Rusia de Putin.  En varias cosas Moscú ha logrado su éxito en la repercusión psicológica e internacional, primeramente conquistando su auditorio interno. Ese es el logro más importante del Kremlin.

Hay muchas opiniones sobre que la Rusia contemporánea —como la heredera de la URSS— usa los métodos de propaganda de la antigua Unión Sovietica. Por ejemplo, en la URSS la propaganda fue hecha de una manera torpe, ya que fue pegada a la ideología comunista. No siempre fue flexible o innovadora, pero usaba la sátira y a veces era muy ingenua y primitiva.  Por lo tanto alguna parte del pueblo no le creía mucho y otros hasta se burlaban de ella. Lemas absurdos se encontraban en libros, carteles, radio o periódicos. Claro que eran errores, pero no podemos subestimar la propaganda soviética. Según el investigador Georgy Pocheptsov jugó su papel y “era la llave para la construcción del estado, una herramienta significante igual que los militares o los servicios secretos. Si los militares intentaban la división del mundo en “suyos” y “ajenos” en el espacio físico, los servicios especiales en el espacio informacional, luchando contra la difusión de rumores y chistes, la propaganda lo hacía en el espacio virtual. Su trabajo fue aún más pronunciado, porque la propaganda siempre silencia los modelos alternativos del mundo”.

En este entonces la propaganda era total y como dijo Pocheptsov, “el carácter inclusivo de la propaganda, que abarcaba los tres ámbitos llevó a que la llamaran total y estado totalitario. La propaganda era un mecanismo importante sin el cual el estado no podría haber existido. Es más, era la fuerza productiva del Estado, porque en este ámbito estaban involucradas muchas personas que pudieron ganar dinero. Los medios de información del partido siempre ganaban una gran cantidad de dinero. Así que aquí vemos una pieza específica de una civilización informacional que aún no ha llegado, cuando el trabajo con la información se convierte en la fuerza productiva”.

Pero en los tiempos soviéticos no hubo tanta influencia de la televisión como tenemos hoy en la Rusia de Putin. Tampoco hubo los talk-shows de entretenimiento y los programas atractivos que ahora tiene la televisión rusa. Claro que ni por asomo hubo tampoco el Internet con sus posibilidades infinitas, como las redes sociales, los noticieros en línea, etc. Ahora —en días de Putin— los consultores políticos, gerentes de relaciones públicas e ideólogos talentosos pudieron crear una propaganda comprensiva y eficaz. Así que pudo entrar en todo ámbito de vida de los ciudadanos rusos y hasta en sus mentes.

Al final los propagandistas del Kremlin pudieron lograr romper casi todas las barreras del pensamiento crítico de los rusos comunes. Resulta que ahora muchos ya creen en cualquier mentira: falacias, mitos hasta en los más absurdos.  Por ejemplo, creen que en Kyiv la junta está al poder y supuestamente los “banderovsty” matan a los rusos en Ucrania y en los países Bálticos también florece el fascismo, los Estados Unidos es una ciudadela que encarna el mal mundial, y planifica liquidar a la Rusia grande y conquistar el mundo. Al mismo tiempo el único salvador, la luz del mundo y el pilar de la esperanza en el mundo oscuro y cruel es un noble héroe: Vladimir Putin, quien podrá guardar a Rusia y sus fundamentos espirituales de Occidente y su inmoralidad diabólica. Como en la mitología es una lucha del Bien contra el Mal que fue puesta en la base de la propaganda.

Según el investigador Victor Denysenko: “Ahora se vuelven al uso del lenguaje de la época soviética. Hace un largo rato la propaganda rusa usa contra sus oponentes la acusación de “fascismo”. “En eso se ve el intento de usar las palabras más terroríficas para los rusos”, opina Kostyuchenko, diciendo que los rusos aceptan a los “fascistas” como una imagen de villanos universales”.

El relato dualista sobre la lucha de la luz y la oscuridad, o del Mesías con el Anticristo quedó muy bien en el contexto ortodoxo-patriótico e imperialista-militar, gestado por el Kremlin. Claro que la propaganda de Putin no podría tener tanto éxito si no existieran los 75 años de la historia soviética y la historia de los siglos de la propaganda del Imperio Ruso. Por años y décadas contaron los relatos sobre la majestad, potencia del Imperio Ruso, sobre su santidad, la singularidad del alma rusa y de la invencibilidad de los rusos. Por otro lado fue mostrado el enemigo detrás de fronteras; el decadente, corrupto e inmoral Occidente, el fascismo resurgente. Y en la Rusia de Putin eso se convirtió en una cosa sagrada, que está cultivada con las herramientas de todos los canales de información.

A fin de cuentas todo llevó a:

  • Fobias (xenofobia, homofobia y otras)
  • Odio (a EE.UU., Occidente y otros)
  • Un poderoso resurgimiento de patriotismo y nacionalismo (que muestran los resultados de encuestas de los últimos años)
  • Renacimiento de las ideas de supuesta singularidad del camino ruso

El conde Uvarov una vez lo llamó “Autocracia, ortodoxia, nacionalidad” y de nuevo surgió la misma idea y es más; se convirtió al fundamento para la idea nacional de Putin o “el mundo ruso”. Sobre esto en la página del Fondo “El mundo ruso” dice lo siguiente:

“El mundo ruso no es solo los rusos o los ciudadanos de Rusia, no solo los rusos que viven en otros países cercanos o lejanos, o los descendientes de los inmigrantes. Incluye también a los ciudadanos extranjeros que hablan ruso, lo estudian o enseñan, los que están interesados en Rusia, que se preocupan de su futuro. Todas las capas del mundo ruso que es multi-étnico, multi-religioso, social e ideológicamente heterogéneo, multicultural, geográficamente segmentado, todos se unen a través de la conciencia de pertenencia a Rusia. Todo esto forma al mundo ruso como un proyecto global, Rusia obtiene una nueva identidad, nuevas posibilidades de cooperación efectiva con el resto del mundo y los impulsos adicionales a su propio desarrollo. Todas las características mencionadas se relacionan tanto con los rusos propiamente dichos como con los otros del mundo ruso”.

¿Qué significa eso?

Solo que Putin reclama el poder o influencia sobre todos los países donde hay un porcentaje significante de la gente que habla en ruso. Es suficiente con comprender y hablar ruso: automáticamente ya estás involucrado al mundo ruso, a pesar de que así lo quieras o no. Ya eres una víctima potencial de la agresión y el público objetivo para las campañas de información rusas. En mi propio artículo para el noticiero “Informatsionnoe soprotivlenie” en marzo de 2016 escribí:

“La meta principal del régimen de Putin es el restablecimiento del imperio dentro de las fronteras de la URSS y la influencia en Europa. Pero sus planes van más allá de la renovación del campo soviético. La unión Euroasiatica, tristemente conocida como “el mundo ruso” es solo una de las muchas ideas de Putin. En varios países europeos ya están creados los centros rusos o pro-rusos para influir la política interior y exterior de esos países. Con esta meta fueron lanzados los planes para desestabilizar a las sociedades y los sistemas políticos”.

Como mencionó Igor Eidman en su libro “La nueva idea nacional de Putin” en base a esa idea está el chauvinismo. Eidman escribe: “La agresión contra Ucrania y la ocupación de Crimea levantaron una histeria chauvinista que el mundo no ha visto desde la época de la Primera Guerra mundial. La psicosis de masas patriótica abarcó literalmente todos los sectores de la sociedad”.

Los métodos híbridos y la guerra informacional

Ya no es secreto que un ingrediente de la guerra híbrida son las operaciones de la influencia informacional y psicológica. El experto académico ucraniano V. Gorbulin mencionó en una de sus obras que “para Rusia el método híbrido de la guerra se convirtió en dominante por muchos años” sobre lo cual trata el último artículo del general Gerasimov, “Por la experiencia de Siria” (el mismo quien a principios de 2013 públicamente definió el entendimiento ruso de los conflictos contemporáneos en el formato de las guerras híbridas)”.

En su artículo “El valor de la ciencia está en la previsión” en el número 8 de “Voenno-promyshlenny Kurier” de 2013, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia el general Gerasimov, hablando sobre la guerra híbrida, dijo además que “difumina la distinción entre los niveles estratégicos, operacionales y tácticos, ofensivas y acciones defensivas. El uso de armas de precisión empieza a tener carácter masivo. El armamento basado en nuevos principios físicos y los sistemas robotizados activamente están siendo introducidos a las acciones militares. Se convirtieron en común las acciones asimétricas que permiten neutralizar la superioridad del enemigo en la lucha armada. Entre ellos se encuentran el uso de las fuerzas para las operaciones especiales y de la oposición interna para la creación de un frente siempre activo por todos los territorios del Estado opuesto; además de la influencia informacional, cuyas formas y métodos son mejorados continuamente”.

Eso es la guerra híbrida à la Putin. ¿A qué puede llevar? Nadie sabe con certeza. Pero la invasión rusa a Ucrania, la agresión en Siria, la guerra informacional rusa contra Occidente ya ha agravado la situación hasta el punto de que nuestra época fue llamada “la nueva guerra fría”. Muchos expertos hablan de la posibilidad de una gran guerra con Rusia y de una posible Tercera Guerra Mundial.

Este escenario, desde mi punto de vista, es poco posible. Pero la militarización total de Rusia alerta. Varios otros expertos no creen en la posibilidad de una nueva gran guerra entre Occidente y Rusia, pero opinan que Rusia puede seguir usando el escenario híbrido en los conflictos locales, como en el caso de Ucrania. Por ejemplo, un politólogo ruso, Stanislav Bielkovsky, quien a menudo critica al Kremlin, no cree en la posibilidad de enfrentamientos armados directos entre Rusia y los países de la OTAN. Pero tampoco excluye la posibilidad de que surjan nuevos conflictos regionales híbridos en Europa o en el espacio post-soviético.

Los expertos admiten que la guerra informacional que conduce el Kremlin contra Occidente, Ucrania y otros países es muy agresiva y bastante peligrosa. El 26 de 2016 sobre esto declaró el portavoz del presidente ruso, Dmitry Peskov, de que la Federación Rusa está en estado de guerra informacional con los medios de comunicación anglosajones.

Rusia conduce una guerra global en todos los niveles estratégicos. Moscú intenta tener en cuenta las peculiaridades de cada país contra el cual realiza los ataques informacionales. Generalmente las campañas informacionales están preparadas con anticipación para las cuales están preparados los escenarios de desarrollo posibles. Pero eso es solo una pequeña parte de la guerra híbrida global, que el Kremlin brinda no solo en información o ciber-espacio, sino también en los niveles de economía, sociedad, ideología, cultura, política y otros.  En el caso de Ucrania-Moscú también usa una intervención militar, ayudando al separatismo en Donbás, el tiroteo por las posiciones ucranianas, el aumento de fuerzas y militarización en los territorios ocupados y cerca de las fronteras.

La ideología de Putin y su agresión informacional están caracterizadas por la falta de escrúpulos extrema, la ausencia de las normas de moralidad. Mentira, chantaje, amenazas, intimidación, soborno, adulación, hipocresía son una pequeña parte del armamento de la propaganda rusa. Hay que reconocer que el Kremlin trata de utilizar todas las herramientas posibles, hasta a los grupos radicales de los políticos nacionalistas y figuras públicas de Europa.

Los bombardeos de Siria (específicamente en Aleppo y otros crímenes contra la población civil) fomentan el conflicto y llevan a una desestabilización del Medio Oriente aún peor. Y eso es el propósito del Kremlin, porque los inmigrantes sirios dividen la sociedad europea, aumentan el odio contra los musulmanes y refugiados, provocan miedo.

Hay que decir más, Rusia utiliza no solo métodos políticos o económicos, sino que en su arsenal de influencia informacional y política está incluido el chantaje nuclear y amenazas de diferente tipo. Uno de ejemplo es cuando en agosto de 2014 el vice primer ministro de Rusia, Dmitry Rogozin declaró que en caso de intervención, Rusia iba a usar sus potencias nucleares.

El 17 de octubre de 2016 Victor Denisenko escribió en su artículo: “Si seis meses atrás hablaban de la confrontación entre Rusia y Occidente, ahora Moscú no pierde la oportunidad de asustar a todos con la posibilidad de la confrontación nuclear, imitando la situación de la crisis del Caribe”.

Conclusiones

La conclusión principal es que la propaganda rusa no tiene ni fronteras ni moralidad, es flexible y cambia su forma constantemente. En su arsenal de propaganda el Kremlin usa los avances de la escuela soviética, los métodos del soborno, chantaje y miedo.  Al mismo tiempo utiliza casi todos los canales de influencia informacional; desde caricaturas hasta las comunicaciones de Internet. Sigue mejorando los métodos de la influencia propagandística.

A veces es bastante difícil construir una defensa contra la agresión informacional rusa, pero es necesario. Cualquier Estado debe ser listo y estar preparado para los posibles escenarios de la guerra informacional rusa sin las normas de moralidad, de derecho o las reglas y tradiciones históricas. Por eso debemos ver la motivación oculta del Kremlin y sus pasos, que a veces parecen ser espontáneos, pero en realidad no lo son.

Autor: Vladimir Sazonov, PhD, investigador principal, orientalista, Universidad de Tartu (Estonia)

Traducido por StopFake