Fuente: Centro de Comunicaciones Estratégicas y Seguridad de la Información

Hace dos años, Rusia lanzó una invasión a gran escala de Ucrania. Con la expansión del teatro de operaciones y un aumento significativo de su intensidad, también se fortaleció el componente informativo de la agresión. Al mismo tiempo, la propaganda del Kremlin intenta justificar un ataque inmotivado, desacreditar a Ucrania ante los ojos del mundo, privarla del apoyo internacional, desmoralizar y desorientar a la sociedad ucraniana para minimizar su capacidad de resistir al agresor. Los esfuerzos de propaganda también tienen como objetivo movilizar a los rusos, ocultar sus propios fracasos militares y convencer al mundo de la «invencibilidad» de Rusia. Dependiendo de la situación en el frente y de la coyuntura política interior y exterior, el Kremlin adapta los temas de la propaganda y cambia la atención de una historia a otra.

El Centro de Comunicaciones Estratégicas y Seguridad de la Información investiga la cobertura informativa de la agresión rusa a gran escala, analiza su dinámica e identifica tendencias. Ofrecemos una mirada a la dinámica del conflicto informativo durante dos años de guerra a gran escala.

«Kyiv en tres días» (febrero-marzo de 2022)

Al comienzo de una ofensiva a gran escala, la propaganda rusa irradiaba euforia ante la anticipación de un “rápido triunfo” en la «operación especial pequeña”. Todos los medios de información literalmente abundaban de los logros: los ucranianos fueron derrotados, las Fuerzas Armadas de Ucrania no resistieron, la marina, la aviación, la defensa aérea y los centros de toma de decisiones del «régimen de Kyiv» fueron destruidos.

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Sin embargo, el enemigo tenía demasiadas ilusiones. Ucrania resistió y contuvo el ataque ruso. Kyiv, Járkiv, Chernihiv, Sumy, Mykolaiv resultaron estar fuera del alcance del invasor, convoyes de vehículos rusos ardían en las carreteras ucranianas.

La tendencia de la guerra de liberación la marcaron los defensores de la isla Zmíiny, que mandaron a un buque militar ruso al carajo.

Los llamamientos de Putin a los generales ucranianos para que se pusieran de su lado quedaron sin respuesta, y los ucranianos simplemente ridiculizaron al terrible (para los propios rusos) Ramzan Kadyrov y su ejército. Este período terminó con la derrota de la «guerra relámpago» rusa y la «reducción de la actividad militar» en las direcciones de Kyiv y Chernihiv.

“Gestos de buena voluntad” (abril–julio de 2022)

Al darse cuenta de que es imposible capturar toda Ucrania de un solo golpe, el enemigo decidió concentrarse en un objetivo menos ambicioso: derrotar a las fuerzas ucranianas con mayor capacidad de combate en el este del país. Los estrategas de Putin soñaban con grandes cercos de flanqueo, y se suponía que la propia «operación militar especial» duraría simbólicamente hasta el Día de la Victoria, el 9 de mayo.

Fue un período muy difícil para Ucrania. Estaba comenzando una guerra de desgaste y Occidente aún no había lanzado apoyo de rescate. La falta de munición de artillería fue crítica. Las fuerzas de defensa tuvieron que retirarse de Izyum, Severodonetsk y Lysychansk. Después de una defensa de tres meses en completo cerco, la guarnición de Mariúpol depuso las armas. Sin embargo, en el Donbás, el enemigo no tuvo éxito con movimiento de pinza, tampoco con bolsa

La verdad sobre Bucha fue revelada a los ucranianos y al mundo, y finalmente quedó clara la naturaleza genocida de la agresión. Rusia comenzó a ser restringida por sanciones y expulsada de las plataformas internacionales. Se lanzó Ramstein y entró en juego artillería calibre 155 y HIMARS. Las Fuerzas de Defensa de Ucrania enviaron al fondo el buque insignia de la Flota del Mar Negro «Moscú» y liberaron la Isla Zmiíny.

Los rusos buscaron excusas para sus fracasos: los rusos llamaron a la fuga de Zmiíny un «gesto de buena voluntad», la lentitud de la ofensiva se explicó por consideraciones de «naturaleza humanitaria». Las «tropas aliadas» aparecieron incluso brevemente en la retórica oficial. Sin embargo, sólo los militantes de las pseudorepúblicas títeres de la parte ocupada del Donbás resultaron ser miembros de la «coalición internacional». Para imitar el apoyo de la población ucraniana a los ocupantes, se lanzó un meme sobre la «abuela con la bandera roja», que fue desacreditado por el Centro de Comunicaciones Estratégicas y Seguridad de la Información.

Para evitar sanciones, Rusia comenzó a chantajear al mundo con hambre, destruyendo cultivos ucranianos y estableciendo un bloqueo naval de puertos. Bajo la presión de la comunidad internacional, Moscú firmó «acuerdos de cereales», que no iba a cumplir desde el principio.

El segundo período comenzó con la denuncia de los asesinatos en masa de civiles cometidos por los ocupantes en Bucha y terminó con la ejecución de prisioneros de guerra en Olenivka. La propaganda rusa tradicionalmente ha atribuido la responsabilidad de ambos crímenes al lado ucraniano.

«General-Armagedón» y «bomba sucia» (agosto – noviembre de 2022)

El tercer período transcurrió bajo el signo de la contraofensiva ucraniana. Comenzó, como se esperaba, en el Sur. Sin embargo, para sorpresa de todos, las Fuerzas de Defensa llevaron a cabo una brillante operación de Slobozhanshchyna, liberando la mayor parte de la región ocupada de Járkiv y algunos territorios de las regiones de Donetsk y Luhansk. Más tarde, el ejército ucraniano entró triunfalmente en Jersón. La base aérea rusa en Novofedorivka, en la Crimea ocupada, fue atacada, así como por primera vez fue atacado el puente de Kerch.

Fue una época de humillación y desesperación para la propaganda rusa. Las alegres declaraciones de Putin sonaron como excusas torpes: «Rusia no ha perdido nada, pero fortaleció su soberanía», «No empezamos nada, pero nos esforzamos por terminar lo que se empezó en 2014». Moscú declaró terroristas a los defensores capturados de Mariúpol y prometió darles un juicio espectáculo, y luego, de repente, intercambió a los comandantes de la guarnición de Azovstal por Viktor Medvedchuk, cuyo padrino de la hija es Vladimir Putin.

La venganza por estas derrotas fue un pseudoreferéndum en los territorios ocupados y el anuncio de su anexión. Esto llevó a Rusia aún más a un callejón sin salida diplomática.

Luego Rusia legalizó el reclutamiento de presos en el grupo Wagner y anunció la primera movilización (delicadamente llamada «parcial») desde la Segunda Guerra Mundial. A los rusos se les explicó que la «operación militar especial» podría existir durante mucho tiempo, porque tienen que luchar no sólo con Ucrania, sino con todo el «Occidente colectivo». Ahora la guerra la ganarían Prigozhin y su amigo el «General-Armagedón» Serguéi Surovikin. Este último se centró en la guerra aérea: la destrucción de infraestructura crítica mediante misiles y drones en vísperas del invierno.

Serguei Surovikin

Moscú amenazó activamente a Occidente: ahora con su propio arsenal nuclear, ahora con la «bomba sucia» ucraniana, ahora con problemas en la central nuclear de Zaporiyia. La «guerra del gas» de Putin con Europa terminó con la explosión del Nord Streams en el Mar Báltico. La propaganda rusa tradicionalmente ha responsabilizado de su propio sabotaje a los oponentes.

Mientras tanto, Ucrania solicitó unirse a la OTAN y la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución sobre las reparaciones rusas. El Tribunal de Distrito de los Países Bajos, tras años de investigación, condenó a los asesinos rusos de los pasajeros y la tripulación del vuelo MH17.

«Bajmut como el segundo Stalingrado» (invierno de 2022-2023)

El segundo invierno de la guerra a gran escala se convirtió en una prueba de choque para el sistema energético ucraniano, que el enemigo se propuso destruir para congelar a los ucranianos y quebrantar su voluntad de resistir. Los propagandistas del Kremlin directamente habían llamado para que Ucrania volviera a la Edad de Piedra.

La maquinaria de propaganda trabajó duro para dividir a la sociedad ucraniana, diciendo que mientras algunos sufren sin calefacción ni luz, otros disfrutan de la vida. El gobierno fue acusado de vender electricidad en el extranjero en secreto. No sólo las plantas de cogeneración y las redes eléctricas sufrieron los ataques de misiles y drones enemigos, sino también los hogares de los ucranianos. En cada caso, la propaganda enemiga atribuía la responsabilidad de las muertes de civiles a una «operación inadecuada de defensa aérea ucraniana».

El objetivo de la «operación militar especial» se redujo a entrar en las fronteras administrativas de la región de Donetsk, declarada «república popular» dentro de la Federación Rusa. Miles de movilizados y «wagnerianos» reclutados en cárceles rusas se lanzaron al ataque. Las pérdidas de los mercenarios de Yevgeny Prigozhin cerca de Soledar y Bajmut —que la propaganda declaró el «segundo Stalingrado»— fueron muy grandes. El «cocinero de Putin» comenzó a reñir abiertamente al Ministerio de Defensa y personalmente al ministro Shoigu y al jefe del Estado Mayor Gerasimov.

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Ucrania resistió este invierno y asestó golpes demoledores al enemigo. Los drones ucranianos alcanzaron bases aéreas estratégicas en Engels y Riazán (Rusia), y cerca de Vugledar (Ucrania) se produjo una derrota épica del grupo blindado ruso. El presidente estadounidense, Joe Biden, visitó Kyiv en medio de los gritos de los propagandistas rusos.

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“Niño Fedor” y los drones sobre el Kremlin (primavera de 2023)

Unidades anti-Putin del Cuerpo de Voluntarios Rusos (RDK, por sus primeras letras en ucraniano) y de la Legión «Libertad de Rusia» llevaron a cabo una incursión en la región de Briansk (Rusia) en marzo y en mayo abrieron un frente en la región de Belgorod (Rusia). Estas audaces acciones demostraron a los rusos que luchar contra el régimen de Putin con las armas en la mano es muy posible.

La propaganda oficial se asustó de verdad y trató de sembrar este miedo también entre los rusos comunes de las regiones fronterizas. Inmediatamente se les ocurrieron historias dramáticas sobre las hazañas del niño local Fedor, que resultó ser hijo de inmigrantes de Asia Central.

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Con los modernos sistemas de defensa aérea occidentales, Ucrania aprendió a derribar el anunciado misil aerobalístico ruso Kinzhal, que la propaganda nunca reconoció. En cambio, fue difícil ignorar la aparición de drones ucranianos no sólo en Moscú, sino directamente sobre el Kremlin (se llamó un «atentado contra Putin»).

Una demostración del «coraje» del dictador y una respuesta a los viajes regulares de Zelenskyy al frente fueron vídeos de dudosa autenticidad sobre el viaje de Putin a la ocupada Mariúpol.

Para dividir a la sociedad ucraniana, la propaganda rusa apostó por la carta religiosa: puso a los musulmanes en contra de Ucrania y acusó a la propia Ucrania de perseguir la «ortodoxia canónica». Sin embargo, fue Vladimir Putin quien recibió una acusación real, no ficticia, de la Corte Penal Internacional. La orden de arresto cerró las puertas del dictador a la mayor parte del mundo.

La propaganda también intentó inquietar a los ucranianos difundiendo vídeos brutales de crímenes de guerra: el asesinato de Oleksandr Matsievskyi y la decapitación de otro prisionero de guerra.

El tema de la escalada nuclear fue elaborado mediante propaganda en el contexto del anuncio del emplazamiento de armas nucleares en Bielorrusia y la transferencia de municiones con uranio empobrecido a Ucrania por parte de sus socios.

Cazando «leopardos» (verano de 2023)

La «carnicería de Bajmut» eliminó no sólo a decenas de miles de ocupantes, sino también el sistema nervioso de Yevgeny Prigozhin. Sabía de la debilidad de la retaguardia rusa, por lo que aprovechó la vulnerabilidad: se apoderó del cuartel general del Distrito Militar del Sur en Rostov del Don y luego organizó su «marcha de la justicia» hacia Moscú. El motín paralizó toda la vertical del poder y toda la máquina de propaganda. El líder de los mercenarios tenía posibilidades reales de éxito, pero las desperdició de forma inepta. La indecisión de llegar hasta el final le costó la vida; ese mismo verano, Prigozhin murió cuando su avión fue derribado. Igor Girkin, un viejo crítico de los dirigentes rusos, que hasta ahora se ha salido con la suya en todo, también estaba tras las rejas.

Otro motivo de preocupación del Kremlin fue la esperada contraofensiva de verano de Ucrania. Se preparó propaganda para ello de antemano. Su principal «objetivo» eran los vehículos blindados occidentales, principalmente los tanques Leopard alemanes. En sus informes, los rusos «destruían» Leopardos en cantidades inauditas. Cuando no había suficientes tanques, su papel lo desempeñaban las cosechadoras ordinarias.

De hecho, los ucranianos carecían de equipos y municiones occidentales modernos. Y los tanques llegaron tarde, cuando el enemigo ya había logrado construir una poderosa línea de defensa. En esas condiciones, sin el apoyo aéreo adecuado, los soldados ucranianos hicieron lo mejor que pudieron.

El deseo de hacer cualquier cosa para detener la ofensiva ucraniana puso en primer plano el tema de las «negociaciones», así como otro chantaje nuclear.

Los rusos no se limitaron a las palabras y volaron la presa de la central hidroeléctrica de Kajovka, provocando quizás el mayor desastre provocado deliberadamente por el hombre de las últimas décadas. Tradicionalmente, culparon a los ucranianos por su terrible ataque terrorista.

Rusia decidió volver al chantaje alimentario y finalmente se retiró del «acuerdo de cereales». En este contexto, se desarrolló la activa diplomacia del Kremlin en los países del Sur Global. San Petersburgo fue sede de la cumbre Rusia-África, pero Putin no asistió a la cumbre de los BRICS en Sudáfrica por temor a ser arrestado por la Corte Penal Internacional.

Rusia demostró su verdadera actitud hacia los africanos bombardeando Kyiv durante la visita de una delegación de mantenimiento de la paz de líderes de países africanos en la capital de Ucrania. Rusia también lanzó una guerra aérea contra la infraestructura portuaria para bloquear nuevamente las exportaciones de alimentos. A pesar de todo esto, Ucrania puso en marcha con éxito un corredor marítimo temporal, demostrando así que la «iniciativa de los cereales» puede existir sin Moscú.

Antisemitismo y pseudoelecciones (otoño de 2023 – invierno de 2023-2024)

Rusia lleva mucho tiempo esperando el surgimiento de otro frente de confrontación global con Occidente. Un verdadero regalo para el Kremlin fue el terrible ataque terrorista de Hamás contra Israel el 7 de octubre. Le dio al Kremlin la esperanza de que ahora Occidente tendrá que dividir su ayuda militar entre Ucrania e Israel. La propaganda predijo que los ucranianos serían rápidamente olvidados. Probablemente no sea una coincidencia que la ofensiva rusa contra Avdiívka estuviera sincronizada con el inicio del ataque de Hamás.

La propaganda rusa intentó sacar el máximo provecho de la crisis de Medio Oriente: acusó a los ucranianos de antisemitismo y de suministrar armas occidentales a Hamás, y al mismo tiempo presentó a Ucrania como «demasiado pro-Israel» para estropear su reputación en los países del Sur Global.

Al incitar sentimientos antiisraelíes dentro de la Federación Rusa, la propaganda liberó al genio del antisemitismo de la botella y provocó pogromos judíos en el Cáucaso Norte.

En el aeropuerto de Majachkala, buscando a los judíos.

En el otoño de 2023, el Kremlin organizó por segunda vez una farsa «electoral» en los territorios recién ocupados. Mientras tanto, Ucrania tomó resueltamente la iniciativa en los teatros de guerra marítimos y de Crimea. Las fuerzas de defensa han recuperado el control de las plataformas marinas de gas pertenecientes al político ucraniano Yuri Boiko, confiscadas en 2014. Los misiles Storm Shadow infligieron pérdidas a la flota rusa en la ocupada Sebastopol y destruyeron el edificio del cuartel general de la Flota del Mar Negro de la Federación Rusa. Los ocupantes de Lugansk y Berdyansk sintieron por primera vez el poder de ATACMS. En febrero de 2024, se produjo un «accidente» sin precedentes de un avión militar ruso en el espacio aéreo de Ucrania y Rusia.

¿Qué sigue?

Lanzar indirectas intrusivas al espacio informativo sobre la preparación para las negociaciones y una tregua no indica en absoluto que el Kremlin haya abandonado sus planes de destruir al Estado ucraniano y a los ucranianos que no quieren convertirse en rusos. Medvedev, el segundo de Putin en el Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, el máximo propagandista Soloviev y sus colegas de propaganda de menor calibre siguen recordando periódicamente estos planes, hechos públicos al comienzo de la guerra a gran escala. Teniendo esto en cuenta, continuarán las acciones rusas encaminadas a privar a Ucrania del apoyo internacional y desmoralizar a la sociedad ucraniana. En la primavera de 2024, la maquinaria propagandística del Kremlin se centrará en los siguientes temas:

  • la «ilegitimidad» del presidente Volodymyr Zelenskyy y de todo el gobierno ucraniano debido a la imposibilidad de celebrar elecciones en condiciones de guerra. En este contexto, los propagandistas rusos anunciarán la «victoria segura» de Putin en las próximas pseudoelecciones presidenciales rusas, en las que el Kremlin animará activamente a participar a la población de los territorios temporalmente ocupados. La propaganda rusa promoverá activamente entre el público ucraniano tesis sobre la «ilegalidad» de todas las decisiones gubernamentales y alentará protestas contra la «usurpación del poder»;
  • ilegalidad de la movilización. La operación, cuyo objetivo es perturbar la movilización en Ucrania y debilitar la capacidad de resistir la agresión, continuará. A los argumentos se sumará la tesis sobre la opcionalidad de la implementación de decisiones «ilegales» de las autoridades y decretos del presidente «ilegítimo»;
  • traición a los socios occidentales. El retraso de la ayuda estadounidense, el bloqueo de la frontera polaca y cualquier indecisión en el suministro de armas serán mostrados por la propaganda como prueba del «fatiga» de los socios hacia Ucrania y la promoción de un sentimiento de traición e impotencia. También continuará la operación para desacreditar a Ucrania en el exterior. El Kremlin intentará convencer a Occidente de que no se trata de un enfrentamiento entre democracia y dictadura, sino al menos de dos autocracias idénticas. O incluso opondrá al Putin «elegido democráticamente» al «usurpador» Zelenskyy.

La tarea del régimen que desató esa guerra sangrienta en Europa sigue siendo la misma: la destrucción del derecho internacional y del sistema de seguridad. Por lo tanto, el Kremlin no dejará de hacer esfuerzos para desestabilizar internamente a Ucrania y a todo el mundo democrático. La única manera de resistir esto es no creer en las mentiras y manipulaciones rusas, hacer todo lo posible para que el Kremlin no tenga ninguna posibilidad de victoria. 

Fuente: Centro de Comunicaciones Estratégicas y Seguridad de la Información