Cualquier tipo de elecciones falsas en los territorios ucranianos temporalmente ocupados son jurídicamente nulas y no tienen consecuencias legales. Ni Ucrania ni ningún otro país democrático reconocen los resultados de esta farsa rusa.

El Kremlin celebró «elecciones» en los territorios ocupados de Ucrania a punta de pistola mientras la propaganda rusa lanzaba un aluvión de desinformación y materiales manipuladores al respecto. Las partes de las regiones capturadas de Ucrania, que los propagandistas denominaron «nuevas regiones de Rusia«, estuvieron en el punto de mira de la propaganda, aunque no son reconocidas como «rusas» por ningún Estado democrático del mundo. Los medios de comunicación pro-Kremlin se centraron en demostrar la «voluntariedad», «legitimidad» y «transparencia» de esta farsa electoral rusa en las regiones ocupadas de Ucrania, que supuestamente fue «muy elogiada» por las llamadas «delegaciones de observadores internacionales».

Captura de pantalla de mk.ru: “Los observadores de EEUU relatan sobre las elecciones en la RPD“

Los medios rusos continuaron tratando de «pintar la legitimidad» de las pseudoelecciones en las regiones ucranianas. Para ello, Rusia llevó a los territorios ucranianos temporalmente ocupados a “observadores extranjeros”, que en realidad son antiguos admiradores del Kremlin que no tienen ninguna relación con las delegaciones oficiales que tienen la potestad de evaluar el proceso electoral.

Muchos de estos «observadores» de la farsa rusa en los territorios ocupados de Ucrania son difíciles de encontrar en Internet, pero entre ellos hay algunos personajes interesantes y conocidos. Por ejemplo, el “experto internacional” de Islandia, Konráð Magnússon, resultó ser el director de Firringa, empresa dedicada al control de plagas: en la ciudad de Hafnarfjordur, el «observador extranjero” Magnusson dispara a lobos salvajes y gaviotas.

“El representante oficial” de Finlandia —tal como presentaron los propagandistas a Johan Bäckman— es considerado un agente prorruso con mala reputación en su país. En los medios de comunicación rusos aparece a menudo como «activista de derechos humanos», y en Finlandia su nombre se asocia a las noticias falsas sobre «niños arrebatados a sus madres rusas» en Finlandia. Bäckman también fue declarado culpable por el tribunal de Helsinki de incitar a insultar gravemente el honor y la dignidad de un periodista de Yle que investigaba la influencia rusa en los medios de comunicación finlandeses.

Entre los “observadores” también podemos encontrar figuras más serias que el exterminador de gaviotas islandés o el calumniador finlandés. Por ejemplo, el “observador internacional” Kline Preston IV, que con mucho gusto proporcionó información a los medios de comunicación rusos sobre unas “elecciones libres” en Donetsk y Mariúpol ocupadas. Según la investigación realizada por The American Independent Foundation, Preston tiene una estrecha relación con los agentes y oligarcas rusos y brinda apoyo a los intereses del Kremlin de todas las maneras posibles.

En una investigación del medio estadounidense Rolling Stone sobre la red de agentes rusos en Estados Unidos, Preston es descrito como un «rusófilo» que estudió en la Leningrado soviética a finales de los ochenta y luego se dedicó a la importación de vodka y al comercio en la bolsa postsoviética. Después del vodka, Preston se convirtió en un «hombre serio» y fundó un «bufete de abogados», manteniendo una estrecha comunicación con ciudadanos rusos en Estados Unidos. Por ejemplo, con la rusa María Bútina, que en 2018 fue acusada por EEUU de espiar para Rusia. Preston también figura en la investigación del Comité de Inteligencia del Senado sobre la injerencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016.

Y esto es sólo una pequeña parte de los extranjeros que han estado trabajando para el Kremlin en las destruidas por Rusia ciudades de Mariúpol, Berdiansk y otras ciudades ucranianas arrasadas por el ejército ocupante. Este variopinto grupo de extranjeros con un largo historial laboral —desde el control de plagas hasta la injerencia en las elecciones estadounidenses— ilustra perfectamente que el Kremlin no tiene escrúpulos para utilizar cualquier medio para legitimar la ocupación de territorios ucranianos.

No se puede hablar de «observadores oficiales» ni de «independencia» e «imparcialidad» de tales acciones. Ni Ucrania ni ningún otro país democrático reconocen los resultados de esta farsa rusa.

Los ministros de Asuntos Exteriores del Grupo de los Siete (G7: Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Gran Bretaña y EEUU) y el Alto Representante de la UE condenaron «inequívocamente» la farsa de elecciones rusas en los territorios ucranianos ocupados. Se hace hincapié en que las “elecciones” se dieron en un contexto de expedición forzosa e ilegal de «pasaportes» rusos, incluso a niños, desplazamientos forzosos y deportaciones, violaciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos, así como intimidación y represión de ciudadanos ucranianos.

Cualquier tipo de elecciones falsas en los territorios ucranianos temporalmente ocupados son jurídicamente nulas y no tienen consecuencias legales.